
Reconstruyendo la Escena
Rol privado con Fiorella Monte
No puedo librarme de esta sensación de que quizás haya elegido el sendero equivocado de la vida. Pero de haberlo hecho fue hace tanto que a esta altura no puedo discernir que hubiera cambiado de elegir diferente, ¿sería para mejor o para peor? ¿Puedo realmente escapar a quién soy? No tengo manera de saberlo, estoy atrapado con las decisiones que efectivamente tomé y quién soy en este momento. La vida no ofrece pausas, la vida no lo espera a uno, la vida continúa incluso en nuestra inacción.
El día que ella abandonó definitivamente mi vida pude haber elegido diferente, pude haberme rehusado a cargar culpa alguna y nunca mirar atrás. Pero no lo hice, me cuestioné sobre cómo fallé, por qué todo resultó como resultó. No podía ignorar estas cuestiones, temía en qué persona podría convertirme si me disculpaba sin más. ¿Si las personas no ponen de sí para evitar que sus defectos dominen sus decisiones? ¿Qué esperanza hay de poder confíar el uno en el otro? Quiero creer que los errores se pueden pagar, que se puede cambiar, y que el olvido no es la única cura.
Sí, quiero ser una mejor persona. Suena hasta noble, ¿verdad? Pero no es tan excitante como idea cuando terminas encerrado en ella, cuando tienes constante miedo de fallar y te carcome la duda de si estás preparado para dar el siguiente paso.
Hoy por hoy sólo alcanzo a preguntarme “¿Hasta dónde seré capaz de llegar?” Cuánto tiempo ha de estar la puerta cerrada; cuántas oportunidades han de pasar de largo; cuántas confesiones quedarán ahogadas en este silencio; cuánto tiempo hasta que la preocupación me empuje a dar el primer paso. ¿Cuánto puede soportar una persona?
Pero esto no es una preocupación para mí, al menos ahora ya no lo es, no es más que un eco distante que resuena desde la bifurcación en dónde decidí el camino que tomaría de mi vida. Su sonido me recuerda de dónde vengo, quién soy. Ya no me detengo al escucharme al dudar, sigo adelante. Pero, creanme, luego de una jornada de más de treinta seis horas, definitivamente me veo en la obligación de preguntarme “¿Qué estoy haciendo con mi vida?”.
Sábado, 14 de Enero, 22:00 horas, sonó la alarma en el Departamento de Catástrofes Mágicas, todos los presentes en la oficina nos aparecimos en la ubicación desde la cuál nos invocaban. Al parecer un enfrentamiento entre varios brujos, disputado en una zona muggle, dió lugar a varios destrozos y una docena de víctimas muggle por encantamiento. Así nos lo explicó un conocido del Departamento de Seguridad Mágica, quienes habían llegado antes a la escena.
Esto fue hace aproximadamente treinta y seis horas, desde entonces rige el operativo de nuestro departamento. Lo primero fue delimitar un perímetro con un Encantamiento Repelente de Muggles alrededor de una oficina que afortunadamente estaba cerrada por vacaciones. Una vez asegurada la zona, y de esta manera evitar más muggles implicados, algunos de mis compañeros comenzaron a reparar los daños a objetos y edificios, siendo que su trabajo es más sencillo fueron los primeros en abandonar el operativo. Yo, como Obliviador principal del Departamento, estoy encargado de borrar los recuerdos de los testigos muggles y superviso el trabajo de mis colegas. En un operativo tan largo y extenuante como este los operadores van y vienen, pero los supervisores no podemos abandonar la escena a menos que nos convoque alguien de mayor jerarquía.
Cuando nos pusimos manos a la obra había varios muggles que ya estaban clasificados para desmemorizar por el otro Departamento. Pero en estos casos es un efecto dominó, durante el proceso de desmemorización clasificamos los recuerdos según su nivel de relevancia, dependiendo ciertos factores tenemos que conservarlos para futuras inspecciones y como evidencia, y muchas veces un recuerdo nos permite identificar nuevos objetivos que tenemos que localizar y desmemorizar. En el último día y medio estuve coordinando este operativo y cooperando con el Departamento de Seguridad Mágica, quienes se encargan de localizar los objetivos. Todo indica que, a las 35 horas y 42 minutos de empezado el operativo, pudimos localizar y desmemorizar a todos los muggles implicados.
Abatido y bajando constantemente la mirada, en un acto de huír a la luz del Sol que parecía querer derretirme los ojos, despedí al último miembro de seguridad mágica cuando éste despachaba al último muggle implicado. Luego me refugié en nuestra oficina temporal, llevando conmigo el vial que guardaba el último recuerdo-evidencia del operativo. La Jefa interina (actualmente no tenemos un Jefe en el departamento, así que tenemos uno provisional) me acompañó al interior del edificio.
En teoría sólo debía inventariar la evidencia y estaba libre para irme, pero no fue así. La Jefa del departamento se acercó a pedirme un favor, no era la primera vez que lo hacía y, habiendo tenido tiempo de sobra para estudiar los sucesos que nos convocaban en este lugar, sabía perfectamente lo que ella iba a pedirme. Los sucesos de hace dos noches estaban claramente relacionados con algunas de las organizaciones y/o representantes de las mismas, incluso alguien tan desinformado y desinteresado como yo podía notarlo.
Me pidió que separara el último recuerdo, el número 036, junto con el recuerdo 006 y el recuerdo 015. Yo ya había notado su interés en aquellos dos, cuando los clasificamos en el pensadero, así que ya los había apartado. Cuando le dije que ya tenía preparado me dijo "Va a venir una persona a ver estos recuerdos… ¿te puedo pedir que se los muestres tú, ya que es tu especialidad?”, a lo cuál acepté. El pensadero ya estaba ubicado sobre el escritorio del cuál me había apropiado, así que no tenía que preparar nada.
“Por favor, Nathaniel, esto requiere absoluta discre…” comenzó a decir mi jefa y le pedí que se detuviera con un gesto de la mano. - Dije que iba a cooperar, en lo que necesites. Tranquila, ¿si? Por favor, estoy muy cansado.- imploré, mientras me acomodaba en mi asiento. - ¿Ya está aquí la persona en cuestión?- pregunté.
El día que ella abandonó definitivamente mi vida pude haber elegido diferente, pude haberme rehusado a cargar culpa alguna y nunca mirar atrás. Pero no lo hice, me cuestioné sobre cómo fallé, por qué todo resultó como resultó. No podía ignorar estas cuestiones, temía en qué persona podría convertirme si me disculpaba sin más. ¿Si las personas no ponen de sí para evitar que sus defectos dominen sus decisiones? ¿Qué esperanza hay de poder confíar el uno en el otro? Quiero creer que los errores se pueden pagar, que se puede cambiar, y que el olvido no es la única cura.
Sí, quiero ser una mejor persona. Suena hasta noble, ¿verdad? Pero no es tan excitante como idea cuando terminas encerrado en ella, cuando tienes constante miedo de fallar y te carcome la duda de si estás preparado para dar el siguiente paso.
Hoy por hoy sólo alcanzo a preguntarme “¿Hasta dónde seré capaz de llegar?” Cuánto tiempo ha de estar la puerta cerrada; cuántas oportunidades han de pasar de largo; cuántas confesiones quedarán ahogadas en este silencio; cuánto tiempo hasta que la preocupación me empuje a dar el primer paso. ¿Cuánto puede soportar una persona?
Pero esto no es una preocupación para mí, al menos ahora ya no lo es, no es más que un eco distante que resuena desde la bifurcación en dónde decidí el camino que tomaría de mi vida. Su sonido me recuerda de dónde vengo, quién soy. Ya no me detengo al escucharme al dudar, sigo adelante. Pero, creanme, luego de una jornada de más de treinta seis horas, definitivamente me veo en la obligación de preguntarme “¿Qué estoy haciendo con mi vida?”.
Sábado, 14 de Enero, 22:00 horas, sonó la alarma en el Departamento de Catástrofes Mágicas, todos los presentes en la oficina nos aparecimos en la ubicación desde la cuál nos invocaban. Al parecer un enfrentamiento entre varios brujos, disputado en una zona muggle, dió lugar a varios destrozos y una docena de víctimas muggle por encantamiento. Así nos lo explicó un conocido del Departamento de Seguridad Mágica, quienes habían llegado antes a la escena.
Esto fue hace aproximadamente treinta y seis horas, desde entonces rige el operativo de nuestro departamento. Lo primero fue delimitar un perímetro con un Encantamiento Repelente de Muggles alrededor de una oficina que afortunadamente estaba cerrada por vacaciones. Una vez asegurada la zona, y de esta manera evitar más muggles implicados, algunos de mis compañeros comenzaron a reparar los daños a objetos y edificios, siendo que su trabajo es más sencillo fueron los primeros en abandonar el operativo. Yo, como Obliviador principal del Departamento, estoy encargado de borrar los recuerdos de los testigos muggles y superviso el trabajo de mis colegas. En un operativo tan largo y extenuante como este los operadores van y vienen, pero los supervisores no podemos abandonar la escena a menos que nos convoque alguien de mayor jerarquía.
Cuando nos pusimos manos a la obra había varios muggles que ya estaban clasificados para desmemorizar por el otro Departamento. Pero en estos casos es un efecto dominó, durante el proceso de desmemorización clasificamos los recuerdos según su nivel de relevancia, dependiendo ciertos factores tenemos que conservarlos para futuras inspecciones y como evidencia, y muchas veces un recuerdo nos permite identificar nuevos objetivos que tenemos que localizar y desmemorizar. En el último día y medio estuve coordinando este operativo y cooperando con el Departamento de Seguridad Mágica, quienes se encargan de localizar los objetivos. Todo indica que, a las 35 horas y 42 minutos de empezado el operativo, pudimos localizar y desmemorizar a todos los muggles implicados.
Abatido y bajando constantemente la mirada, en un acto de huír a la luz del Sol que parecía querer derretirme los ojos, despedí al último miembro de seguridad mágica cuando éste despachaba al último muggle implicado. Luego me refugié en nuestra oficina temporal, llevando conmigo el vial que guardaba el último recuerdo-evidencia del operativo. La Jefa interina (actualmente no tenemos un Jefe en el departamento, así que tenemos uno provisional) me acompañó al interior del edificio.
En teoría sólo debía inventariar la evidencia y estaba libre para irme, pero no fue así. La Jefa del departamento se acercó a pedirme un favor, no era la primera vez que lo hacía y, habiendo tenido tiempo de sobra para estudiar los sucesos que nos convocaban en este lugar, sabía perfectamente lo que ella iba a pedirme. Los sucesos de hace dos noches estaban claramente relacionados con algunas de las organizaciones y/o representantes de las mismas, incluso alguien tan desinformado y desinteresado como yo podía notarlo.
Me pidió que separara el último recuerdo, el número 036, junto con el recuerdo 006 y el recuerdo 015. Yo ya había notado su interés en aquellos dos, cuando los clasificamos en el pensadero, así que ya los había apartado. Cuando le dije que ya tenía preparado me dijo "Va a venir una persona a ver estos recuerdos… ¿te puedo pedir que se los muestres tú, ya que es tu especialidad?”, a lo cuál acepté. El pensadero ya estaba ubicado sobre el escritorio del cuál me había apropiado, así que no tenía que preparar nada.
“Por favor, Nathaniel, esto requiere absoluta discre…” comenzó a decir mi jefa y le pedí que se detuviera con un gesto de la mano. - Dije que iba a cooperar, en lo que necesites. Tranquila, ¿si? Por favor, estoy muy cansado.- imploré, mientras me acomodaba en mi asiento. - ¿Ya está aquí la persona en cuestión?- pregunté.
Nathaniel Branstone # Lunes 16 de Enero # Londres Muggle # 09:55